La relativa utilidad de metodologías y conceptos

Cada vez más, tendemos a una conceptualización excesiva y a cierta dependencia de las metodologías. Esto no es negativo per sé pero, si se pierde el control, deja de tener utilidad.

Decía Richard Feynman que conseguía avanzar en materias fuera de su especialidad porque no solía perder el tiempo en los detalles que podía encontrar documentados en los libros. Su interés se centraba en entender cómo funcionaban las cosas en su conjunto. Siendo físico, uno de los mejores de la historia, no rechazaba abordar problemas complejos relacionados con otras disciplinas, como la biología. En ese caso, solía hacer preguntas que para sus interlocutores podían parecer aleatorias, pero eran esenciales para él. Lo único que necesitaba era cierto apoyo en el proceso de entender y asimilar el ámbito de aplicación. Era todo lo que necesitaba. No entendía aprender sin comprender, como si fuese una rutina. Consideraba que entonces el conocimiento era demasiado frágil.

El problema es que tendemos a conceptualizar todo. Pongamos, por ejemplo, el concepto de proyecto innovador, líder inspirador, empresa eficiente, emprendedor social o economista liberal. Si no cumples con las condiciones exactas, no puedes definirte como tal. Es absurdo, puesto que el objetivo no es adecuarse a las características de la definición, sino disfrutar de las ventajas que proporciona.

Por otro lado, escuchamos continuamente que hay que pensar y hacer de forma diferente. Odiamos la idea de hacer las cosas “porque siempre se han hecho así” pero terminamos cayendo en el error de seguir a rajatabla una metodología. Demasiadas veces, las cosas se hacen, simplemente, por cumplir con un método, sin tan siquiera contemplar qué conseguimos con ello.

En el campo de la gestión, la avalancha es enorme: metodologías ágiles o Lean, Six Sigma, EFQM, TOC,… y esto ejerce cierta presión. La verdadera utilidad reside en (1) comprender qué significa el concepto, (2) por qué es útil esa metodología y (3) en qué contexto aplicarlas. Entonces es cuando realmente podemos aprovecharla. Evidentemente, no existe un método o concepto de aplicación universal. Y en muchos casos su mejor utilidad es tomarlos como referencia, para el diseño de tu propia solución.

No debemos caer en la subordinación a ciertas teorías o esquemas por no molestarnos en entenderlos, por limitarnos solo a aplicar y cumplir.

Créditos de la fotografía: Omar Rodríguez-Rodríguez en Flickr (bajo licencia Creative Commons)

Javier Martínez Romero

Interesado en la gestión en entornos de incertidumbre, desarrollando el concepto de gestión relativa. Co-fundador de scalabBle. Siempre simplificando.
En Twitter: @javisagan

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